Crítica de José Antonio Lacárcel publicada en la edición impresa del diario Ideal. Edición Granada. Página 61. 3/10/2011.
Montar una obra de estas características me parece una apuesta valiente, en cierto modo arriesgada, y sin embargo el éxito ha acompañado a la empresa, puesto que el público ha podido asistir a un buen espectáculo, ha podido saborear una obra muy interesante, con la música de Poulenc y el texto de Cocteau. Como los intérpretes, Verónica Plata y Héctor Márquez han estado muy afortunados el resultado ha sido satisfactorio.
Un monólogo musical. Un monólogo para soprano. Requiere una buena voz en la intérprete, requiere una adecuada pronunciación del francés, requiere una capacidad dramática muy acusada porque toda la obra se desenvuelve en el drama que vive una mujer ante el abandono de la persona amada. Hay mucho de drama psicológico. Y todo se confía a la voz. Es una obra de gran belleza, muy en la línea de la música francesa del siglo XX, tan variada, tan compleja y tan hermosa.
Verónica Plata ha cantado admirablemente. Y ha actuado a gran altura. Ha interiorizado el personaje, lo ha vivido, lo ha sentido y ha sabido transmitirlo. Su actuación sobresaliente, plena de emotividad, con toda la intensidad que el texto requiere, con toda la hondura que demanda la música. Junto a ella un espléndido Héctor Eliel Márquez. El piano es parte viva de la obra y Héctor ha sido el intérprete afortunado. Y resumo: una apuesta arriesgada que se ha desarrollado felizmente.
(Publicado en la página 61 de la edición impresa del diario Ideal, edición de Granada. 3/10/2011.)